El atraso de la reseña de hoy se debe más al acaso que a mi falta de lectura. El computador de mi pieza amaneció sin mouse tras la celebración de mi cumpleaños el sábado pasado, razón por la cual no había podido ponerme al día en esto y, tras una semana de tiempo perdido, hoy retomamos la labor.
En este glorioso viernes dieciséis de mayo, el objeto de devoción de este espacio será “Expiación” (Atonement) de Ian McEwan. De este libro y del autor se ha hablado bastante y, de hecho, hace poco tiempo apareció la película basada en esta novela (la cual vi a medias y no logró convencerme del todo). Una vez más la edición leída se la agradecemos a Anagrama y su Panorama de Narrativas, la cual nos entrega cuatrocientas treinta y cinco páginas de letra grande y espaciado cómodo a la lectura.
Entrando en tierra derecha puedo decir que este es el segundo libro que leo del bueno de McEwan (el primero fue “En las Nubes”, un libro de cuentos para niños –y no tanto- del cual recomiendo fervorosamente la lectura de uno llamado “El Gato”) y sólo puedo decir que este británico de anteojos que se encuentra al borde de los 60 sabe escribir realmente bien.
Si de buenas a primeras alguien les dijera que doscientas veintidós páginas de una novela van a relatar una y otra vez un mismo par de horas de un día en una acaudalada casa británica del período entre guerras quizá no les parecería lo más atractivo. Pero sin lugar a dudas la escritura de McEwan, su capacidad de llevarnos como observadores directos y su exquisitez para describir las situaciones físicas y sicológicas desde los más diversos puntos de vista hacen de la primera parte de la novela (consta de tres) una construcción magnifica. De las otras dos puedo decir que la historia se va desarrollando tan sutil y naturalmente que, tal como leí hace poco en la contratapa de una edición de “Rojo y Negro” de Stendhal, la historia no es leída, es vivída y tal como la vida, no deja de sorprender.
Si desean una síntesis de la novela, les aconsejo que miren la contratapa de ella en cualquier librería. Por mi parte me contento con decirles que hay una familia acaudalada, un hijo de la criada al cual se le paga la educación, una relación rara entre éste y una hija de la familia y unas visitas al hogar –primos y amigo de un hermano- que traerán a la vida de la familia Tallis uno que otro sobresalto.
Para ir cerrando, sólo un par de cosas. La primera es que no me gusta mucho coincidir con los extractos de citas que ponen los editores en la contratapa de los libros con fines publicitarios, pero aquí claramente pienso muy similar a una de ellas: “McEwan es un clásico, pero absolutamente original”. Lo segundo y final, lean este libro y también lean “Flaubert´s Parrot” de Julian Barnes. Son dos clásicos vivitos y coleando y de seguro los harán entrar de lleno a la literatura británica actual.
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