domingo, 18 de enero de 2009

"Arthur & George" (Barnes, Julian)

No es mi intención llenarlos de cosas antiguas, pero tomando en cuenta que las musas no han hecho su llegada a mi cabeza, cumplo con entregarles esta entrada. Siendo sincero, este post revisitado tiene principalmente dos fines: (i) mantener la actualización de este espacio en niveles decentes y (ii) que visiten el espacio donde fue publicado originalmente, la revista SedContra. Ahí les va:

Mientras esperamos que llegue a tierras americanas la última novela de Julian Barnes llamada “Nothing to be Frightened of”, una excelente manera de comenzar la vigilia es disfrutando de “Arthur & George” (2005) del mismo autor, a quien tuvimos la suerte de tener por nuestras tierras en el verano recién pasado dando claras muestras no sólo de su calidad como escritor, sino sobre todo de su buen humor.

La edición leída es la que nos entrega Anagrama en su Panorama Narrativas con sus habituales aspectos destacados: el clásico y elegante amarillo pálido continente de la obra y la agradable letra y compaginación de los textos y, como contrapartida, su principal y desagradable punto en contra: la excesiva españolización de sus traducciones.

Entrando ya en la historia, nos encontramos a comienzos del siglo veinte en la localidad de Great Wyrley, pueblo rural cercano a la ciudad de Birmingham, Inglaterra. Ahí vive la familia Edalji; Shapurji es el padre y Charlotte, la madre. Él es un parsi que se convirtió al anglicanismo y no sólo se quedó en ello, sino que llegó a ser párroco del pueblo. Ella es escocesa, de Edimburgo. El primogénito es George, un mestizo de color que se siente profundamente inglés y tiene tantos problemas de timidez como de vista. Será abogado. De él trata principalmente la historia. También se hablará de Horace y Maud, hermano y hermana respectivamente.

“Irlandés de ascendencia, escocés de nacimiento, educado en la fe de Roma por jesuitas holandeses, Arthur se convirtió en inglés”. Él será médico de la Universidad de Edimburgo; se especializará en oftalmología y se dedicará a escribir. De Arthur (Sir Arthur Conan Doyle) también trata principalmente este libro.

“Arthur & George” es una novela que podríamos llamar jurídica; hay cartas anónimas amenazantes y obscenas por un lado y animales mutilados por el otro; el pueblo se conmueve y alguien tiene que pagar por ello. Así, es gracias a la (in)justicia de una acusación, un juicio y una condena que los destinos de personas tan disímiles convergen. Una víctima y un héroe que tratarán de reestablecer el imperio de lo justo, una justicia que no se hace explícita sólo en un juicio: eso sería lo obvio, lo fácil. El trabajo de Barnes es mostrar la justicia de manera más sutil, desde la forma narrativa, contraponiendo los personajes –una bilateralidad de la audiencia ejemplar diríamos quienes estamos familiarizados al Derecho y las leyes- hasta el cuestionamiento sobre preguntas fundamentales tales como raza y racismo e (in)necesidad de la religión y de una vida más allá de la muerte, planteando respuestas antagónicas para cada una de ellas.

La contraposición, tanto en la forma como en lo sustantivo, se transforma en un antecedente estructural y dinámico de una lectura trepidante. En Arthur todo es explícito, desde el deporte hasta su vida afectiva y, en cambio, en George y su entorno se ve claramente la “Teoría del Iceberg” que Vila-Matas nos enseña en “París no se acaba nunca” hablando de su añorado Hemingway: lo importante, la gran masa de hielo, es lo que no se ve, lo que está bajo el agua. Lo no dicho de George es tanto o más que lo dicho de Arthur, y he ahí uno de los mayores atractivos de esta novela: su capacidad de interpelar al lector constantemente. Más de quinientas páginas para dejar más preguntas que respuestas; una delicia.

Cerrando esta reseña, sólo un par de cosas a modo de comentario. En primer lugar, decir que “Arthur & George” no es sólo una novela, sino también un trabajo de investigación sumamente profesional. La ficción se enlaza con los hechos históricos y ello entrega un ambiente de veracidad a la historia que asombra y además entretiene. En segundo lugar y final, cuesta encontrarle puntos bajos a esta novela que merezcan ser mencionados aquí; espero que este hecho -la regularidad en un alto nivel de esta novela- sea un aliciente para quienes se entusiasmen con la lectura; creo firmemente que será una gran inversión. Ahora sólo nos resta aguardar la llegada de “Nothing to be Frightened of” y, también, por qué no, otra visita de este inglés por estas tierras. Sería nuevamente muy bienvenido.