El antiestudio del viernes, propio de un día de cumpleaños, llevo consigo una tarde de lectura de lo más cundidora y, gracias a ella, les hago llegar la reseña del día de hoy: “La vida privada de los árboles” ( 2007) de Alejandro Zambra.
Siendo cerca de las cinco de la tarde del día de ayer partí rumbo a
Alejandro Zambra es chileno y tiene una edad en la cual, por convención social, aún se suele considerar joven a la gente (nació el setenta y cinco). Según leo en el mismo libro, “La vida privada…” es su segunda novela y su primera novela, llamada “Bonsái”, es muy corta y la crítica la recibió con bastantes halagos.
Entrando al libro mismo, es decir, al contenido de él, se puede decir que en ciento diecisiete páginas se nos narra una espera: la espera de Julián por Verónica. La espera de un escritor por la pintora con quien vive y de quien se encuentra enamorado. Esta espera tiene como adorno la existencia de Daniela, la hija de Verónica, que no se queda dormida nunca. Para lograrlo Julián le contará historias, historias sobre la vida privada de los árboles las cuales comienzan con una conversación entre un álamo y un baobab.
“La vida privada de los árboles” es una historia urbana chilena. Tiene algo de snob, de alternativo. Recuerda a aquellos i pod´s de primera generación, esos de pantalla monocromática, bastante gruesos y pesados, muy blancos que realmente salieron hace muy poco pero ya se encuentran olvidados. Suena a “Play”, aquella película también chilena, de Alicia Scherson en la cual una joven nana recorre Santiago con su aparatito blanco hijo de Steve Jobs entregándole música, un soundtrack, a su búsqueda del dueño de un maletín perdido.
Zambra, sin lugar a dudas, escribe bien, logra construir una historia que engancha (se lee de una tirada) y dice cosas bastante inteligentes. Juega con los tiempos y es sutilmente irónico con lo pasado, presente y futuro. Pasemos un par de horas aguardando la llegada de Verónica junto a Julián. Quizás nosotros también podamos contarle una historia a Daniela o, a lo menos, disfrutar una que nos cuente ella.