domingo, 7 de diciembre de 2008

"La Casa de los Encuentros" (Amis, Martin)


En la edición del 6 de diciembre del cuerpo de cultura de La Tercera se da cabida a la actual polémica, concitada entre determinados escritores y determinados críticos de la realidad chilena. El artículo, más que llamarme la atención, me sirvió para reafirmar la idea de este blog. Las palabras de Tito Matamala y de María José Viera Gallo reflejan lo que busco hacer de este espacio. El primero nos dice que “la crítica como fomento de la lectura y como guía para el público, esa si que no existe, anda perdida” y la segunda, comparando a los críticos chilenos con los estadounidenses, dice que “los críticos chilenos me parece que tienen un tono como de profe corrigiendo una prueba. Otra diferencia es que los gringos, antes de atacar –y no atacan mucho, mas bien se impresionan ante cosas- le dan un contexto al libro, y hacen asociaciones libres con la psicología, sociología, rock por ejemplo, son más pop y divertidos”.


Ustedes podrán decir si este espacio busca fomentar la lectura y si no es tan aburrido como la crítica tradicional, pero por lo menos desde ya les puedo decir que esa ha sido la idea del comienzo: hacer de la literatura una plaza donde más gente pueda jugar.


Ahora, de vuelta al trabajo, les cuento que hoy tenemos un invitado especial: Martin Amis. ¿Qué les puedo decir de él? Bueno, en primer lugar que es un inglés que cuenta con una muy mala dentadura y, en segundo lugar, que además es escritor y cuenta con una extensa bibliografía de novelas, ensayos y relatos autobiográficos. Su última novela, “La Casa de los Encuentros”, será nuestro objeto de escritura del día de hoy.


Desde hace unos meses tengo en algún lugar de mi pieza “Koba The Dread” del mismo autor y por más que lo he empezado varias veces, mi limitado inglés y la flojera me han la han ganado en su finalización. Ahora, pese a ello, sí les puedo contar que el libro es un “non fiction” sobre Stalin, la URSS en su período más sanguinario y el ambiente intelectual que nunca comprendió el verdadero terror del comunismo (Kingsley Amis, padre de Martin y afamado escritor, también fue un comunista en su juventud y posterior converso).


Así, si “Koba…” plantea una visión histórica del fenómeno comunista en la URSS, “La casa de los encuentros” busca por medio de la ficción –entrelazada claro está con hechos históricos innegables- entregar una narración que dispara libertad a todo lo que se le pone en su camino. Aquí, la realidad de los Gulags se muestra en su lado más terrible –el de la rutina, el del día a día- y más que profundizar en los martirios físicos, Amis por medio de sus personajes y de la trama penetra en algo mucho más profundo: el efecto que producen los totalitarismos en el alma humana. Ahora, ¿cuál es la trama? Dos hermanos, un poeta y un soldado, que llegan en tiempos distintos al mismo Gulag y están enamorados de la misma mujer. El poeta, que llega después, ya se casó con ella mientras el soldado creía que ella seguía sola. Eso es. Y bueno, está “La casa de los encuentros”: el lugar ubicado en el mismo campo de concentración donde las mujeres que vivían en “libertad” debían llegar para poder tener relaciones sexuales con sus maridos, verdaderos esclavos de la revolución. Un centro de miseria humana.


De Amis sólo he leído “Yellow Dog” y “Experience”, pero si algo puedo decir de él, es que su escritura engancha brutalmente. “Yellow Dog” no me mató, pero aún así recuerdo que lo leí en menos de tres días y ¡qué decir de “Experience”! Con “La Casa de los Encuentros” sucede lo mismo, en un par de días la novela estará acabada y el sabor en la boca, debo decirlo, será amargo. Es un libro crudo, políticamente incorrecto y moralmente perturbador. La moral occidental –lo bueno, verdadero y bello- se ve bombardeada permanentemente por la fuerza de los hechos, de ese gran hecho que es la novela rusa, esa novela que se construyó no sólo en la ficción de grandes maestros, sino más precisamente en el sentir de un pueblo único.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Un par de cuentos.-

En el número 8 de la Revista Sed Contra podrán encontrar un cuento de mi autoría, se llama "El Cuco". Si se entusiasman con él, en el número 7 de la misma revista, podrán encontrar, también mío, "Ubre Poética" y, por su parte en la sección "Reseñas", una inédita (es decir no publicada en este espacio) sobre "Arthur & George" de Julian Barnes.

Ojalá puedan darse una vuelta. La revista es bastante buena, busca ser un aporte cultural serio y es fruto del trabajo de un tremendo grupo de universitarios argentinos que han buscado colaboradores incluso a este lado de la cordillera.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Dicho sea de paso (Bertoni, Claudio)

Algo me pasó con Bertoni, con Claudio Bertoni. No soy un asiduo a la poesía, para nada. He tenido acercamientos a la de Huidobro, a la de Parra, un poco a la de Borges. Hace un tiempo pedí en biblioteca una antología de Pound que tampoco me llenó demasiado más allá de la ingobernable “Commision” (que hasta el día de hoy retumba en mi cabeza en voz del enorme Ernesto Rodríguez Serrá extasiado con su lectura en un curso en Lo Contador).


Pero como les dije, algo me pasó con Bertoni. Sabía de él de oídas y la semana recién pasada pedí “Dicho sea de paso”. Un libro en formato más grande que pequeño que viene a ser una antología de su poesía. Y bueno, lo leí y tuve que volver a leerlo. Reí –mucho-, me enojé, me incomodé y asentí con una sonrisa en la cara–la mayoría de las veces-.


No es mi intención hacer una labor crítica de su obra puesto que realmente no sé nada de poesía, pero de lo que sí puedo hablar es de emociones; las que transmite su obra. Bertoni habla desde las vísceras, de una manera brutal y esas situaciones, del día a día, como por arte de magia se hacen rítmicas y agradan al lector. Nunca creí que los “culos”, las “pichulas” y una que otra “teta” pudieran conmoverme, pero lo hicieron. Bertoni es el fundador de una gran industria donde entra lo coloquial y lo burdo –la vida común y corriente de la mayoría de nosotros- y salen palabras, versos muestran la belleza de la vida (y también los cientos de pellejerías) de cualquiera de nosotros.


Ojalá puedan darle un tiempo. Aquí les dejó una muestra:


DE PIE

me siento/ extraordinariamente bien/ cuando en la micro/ soy el más alto/ de los pasajeros/ de pie


INSTRUCCIONES PARA INGRESAR A UN MONASTERIO

vivir en las afueras de un monasterio/ como en un paradero de micros/ y el día menos pensado/ subirse a un monje que vuelve del bosque/ y entrar en el monasterio


EL ESCLAVO

yo no entiendo/ como se puede ser tan esclavo/ de una mujer/ de un culo/ de un par de tetas/ pero/ se puede/ y es/ casi lo único/ que se puede


DESDE LA VENTANILLA DEL BUS

veo unas vacas/ en una cancha de fútbol/ dos pasan/ rozando un palo/ la tercera/ es gol


UN POQUITO

a veces bastaría/ con besarles un poquito de pelo/ están mirando una vitrina/ y tienen el pelo encima del suéter/ ¿qué les costaría dejarnos/ besarles un poquito de pelo?/ además el pelo no se siente/ no se darían ni cuenta

sábado, 11 de octubre de 2008

Jim

Jim es un poeta. Busca “lo extraordinario para decirlo con palabras comunes y corrientes”. Antes fue marine e incluso combatió en Vietnam. Jim es el norteamericano más triste que Bolaño jamás vio. Su historia es la que da comienzo al libro de cuentos y conferencias llamado “El gaucho insufrible” (2003).


Jim es un hombre y un nombre. Nombre del personaje y del cuento y hombre que cree en la existencia de las palabras comunes y corrientes, casado con una chicana y que un día contempla absorto el arte de un tragafuegos en las calles del DF. Se abandona a ese juego de manera impensadamente peligrosa y, se podría decir, quiere quemarse hasta el alma. El tragafuegos no tiene ningún problema con ello, de hecho parece empecinado en lograrlo.


El poeta está triste y busca quemarse. Al parecer no queda a qué cantar: busca el abandono a las llamas, una muerte cruda.


El doce de septiembre recién pasado se suicidó David Foster Wallace. Lo único que he leído de él es el extracto de una conferencia que dio el 2005 que publicó la revista de Cultura de La Tercera este sábado cuatro de octubre. En aquella conferencia nos dice que “en las trincheras de la vida adulta, no existe el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar. Todos adoran. La única alternativa que tenemos es qué adorar. Y una razón destacable para elegir adorar alguna especie de dios o fuerza espiritual –sea Jesús, Alá, Yavé o un conjunto infranqueable de principios éticos es que casi cualquier otra cosa que elijamos adorar nos comerá vivos (…) Se trata de llegar a los 30, quizá a los 50 sin querer pegarnos un tiro en la cabeza (…) Es inimaginablemente difícil hacerlo y mantenernos conscientes y vivos, día tras día.”


Pese a mi ignorancia sobre Wallace, tras la lectura no pude evitar ver en él a Jim: el poeta está triste. Y si el cuento de Bolaño cierra dándole la oportunidad al lector de darle o quitarle la vida a Jim (“nunca más lo volví a ver”) Wallace, con su ejemplo, nos plantea el fin obvio, el fácil: la muerte. Ya no queda qué cantar. Pero no debemos olvidar de que en vida es el mismo Wallace quien nos planteó el otro camino, el difícil: creer.


La vida o muerte de Jim es, realmente, una cuestión de vida o muerte.

sábado, 19 de julio de 2008

La Interpretación del Asesinato (Rubenfeld, Jed)


Hoy sábado diecinueve de julio nos volvemos a poner frente a la pantalla y manos al teclado para comentar “La interpretación del asesinato” (2006), primera novela de Jed Rubenfeld. Del bueno de Rubenfeld y de la novela en sí podemos decir algunas cosas. Del primero contaremos que estudió en Princeton, se graduó de Derecho en Harvard y actualmente es profesor de Derecho Constitucional en Yale. Y, del libro, nos contentamos con dejar en claro que nuevamente se la agradecemos a la Biblioteca de Santiago y a Anagrama en su Panorama de Narrativas.


Entrando ya en nuestra materia, en principio, las quinientas treinta y cinco páginas se ven algo amenazantes para un lector que se encuentra revisando a un escritor debutante. Pero pronto veremos que esas páginas, finalmente se harán pocas. Nos encontramos en New York a principios del siglo veinte y la ciudad vive un momento de auge. Los rascacielos comienzan a erigirse en toda la ciudad y el lujo toma terreno con una fuerza inusitada llegando en muchos casos al mal gusto del dinero en exceso. Los Astor y los Vandervilt. Es a ese ambiente al que llegan Sigmund Freud, Carl Gustav Jung y Sándor Ferenczi directamente desde el tradicional viejo mundo, invitados por la Universidad de Clark, para remecer el ambiente intelectual norteamericano con su psicoanálisis.


Siempre se ha sabido que Sigmund Freud no quedó con la mejor de las impresiones de Estados Unidos –lo anterior fue dicho sutilmente-. Este libro propone una ficción sobre hechos bases históricos que tratan de explicar el por qué de ese sentimiento. Un par de ataques a mujeres con alta connotación sexual serán la piedra angular del texto y, por idas y vueltas, la labor policíaca se sumará a la psicológica y se logrará una investigación a todas luces llamativa.


Rubenfeld en su primera novela construye varias historias paralelas, relatadas de manera intercalada, juega con los tiempos y en varias ocasiones se ríe del lector, sugiere respuestas y las descarta con ironía. Creo que quienes han visto a Jack Bauer en la notable "24" entienden lo que acabo de decir. Otro de los puntos altos de la novela es el trabajo investigativo realizado en ella. La ciudad, los temas y la sociedad en sí son reflejadas con rigor historiográfico y eso hace a la novela algo más sólido que una simple historia bien narrada.


“La interpretación del asesinato” es una novela de aventuras y misterio, recrea el género detectivesco y si su objetivo era divertir, claramente lo logra, y con creces. No extraña que haya sido best seller y ello no nos debe alejar de su lectura; al contrario, aquí tenemos una novela que toma todo lo bueno de la aventura en su sentido clásico y a ello le suma bastante erudición; obviamente el producto no puede ser malo. Un Indiana Jones literario.

viernes, 13 de junio de 2008

Nocturno de Chile (Bolaño, Roberto)

En el último mes casi no había escrito reseñas así que desde ya me excuso si alguien (lo dudo) estaba esperando con ansias mi vuelta a este espacio. Como se habrán dado cuenta, la interrupción de la nada comenzó con un par de citas y no con una reseña. Espero que les guste eso. De todas maneras ahora volvemos a la normalidad, si es que podemos llamarla así.


El objeto de fruición del día de hoy será “Nocturno de Chile” de mi tan estimado como occiso Roberto Bolaño. Del chileno -que según Rodolfo Fogwill (a quien no he leído) en entrevista de hoy publicada en La Tercera, tiene todo de argentino y mexicano y nada de chileno- ya se ha reseñado en este espacio “Consejos de un discípulo de Morrison…” que escribió junto a A. G. Porta.


“Nocturno...” una vez más lo encontramos en las Narrativa Hispánicas de Anagrama y fue escrito el 2000, dos años después de “Amuleto”, libro con el cual guarda grandes semejanzas en el estilo narrativo.


Sebastián Urrutia Lacroix es nuestro personaje principal y todo el libro serán un gran monólogo con un solitario punto aparte, es decir, dos párrafos. Como bien sabemos que a nuestro Bolaño le encantaba extraer personajes desde la realidad, siendo él mismo muchas veces inspiración, en esta ocasión Urrutia Lacroix no es más que la ficción de Ignacio Valente o, mejor dicho, José Miguel Ibáñez Langlois, sacerdote y principal crítico literario del país en años desde la tribuna de El Mercurio.


Si en “Amuleto” se revisita un personaje patético presentado en “Los Detectives Salvajes”: Auxilio Lacouture, aquí la intención no es distinta; mostrar las últimas horas de Urrutia Lacroix y, en ello, recorrer las idas y venidas de su incesante imaginación y vida ad portas de la muerte.


Recuerdos, halcones, Iglesias, libros, tertulias y una incesante ambigüedad componen esta novela. También ¡infaltables! Pinochet y la Junta. Puro fluir de la (in)conciencia en el lecho de alguien que se siente ¿culpable?. El ritmo es frenético -al igual como debe ser el delirio- y, por ello, el libro acabable de un soplido. La ironía se extiende por sus redondas ciento cincuenta páginas y pocos títeres quedan con cabeza.


La idea del autor de titular la novela como “Tomenta de mierda” si bien no se pudo reflejar en la portada, quedó claramente ilustrada en las letras que reflejan su sentir: la mierda asquea, pero también muchas veces causa risa, mucha. Caca. En todo caso, Bolaño también parece estar de acuerdo en que después de la tormenta, siempre viene la calma.

Acción pública y literatura.-

Leyendo "Justicia y Poética. La imaginación literaria y la vida pública" de Martha Nussbaum, profesora de la Universidad de Chicago, encontré estas citas que ella pone al inicio de la tercera y última parte de su libro, llamada "Los poetas como jueces". Uno de los planteamientos esenciales de la académica viene a ser la necesidad de un raciocionio humanista en las decisiones públicas y, con ello, poner a la imaginación literaria no como enemigo del pensamiento racional en lo público, sino por el contrario, considerarlo uno de sus ingredientes esenciales. Si bien el blog seguirá siendo principalmente de reseñas, cada vez más habrá espacio para el juego.

Aquí la citas:


"Hace poco leí algo que me conmovió. Estaba leyendo a Chesterton y él hablaba de una de las obras de Carlota Brönte, creo que de Jane Eyre. Chesterton dice que uno va y mira la ciudad -creo que se refería a Londres- y que entonces uno ve todas esas casas, aun a fines del siglo diecinueve, y todas parecen haber sido iguales. Y uno piensa en toda esa gente que sale a trabajar y es toda igual. Pero, comenta, Carlota Brönte nos dice que no todos eran iguales. Cada una de las personas de cada una de esas casas y de cada una de esas familias es diferente, y cada cual tiene una historia que contar. Cada una de esas historias nos dice algo sobre la pasión humana. Cada una de esas historia nos habla de un hombre, una mujer, hijos, familias, trabajos, vidas, y el libro nos transmite eso. Así que la literatura a menudo me ha resultado muy útil para bajar de la torre."


Stephen G. Breyer
al Cómite Judicial del Senado, en las audiencias para su nominación para la Corte Suprema de Estados Unidos.

"Al decir a los reos que ningún aspecto de su individualidad está amparado por las garantías constitucionales, ni siquiera la foto de un hijo o una carta de la esposa, la Corte rompe con una tradición ética que yo creía consagrada para siempre en nuestra jurisprudencia."

Juez Stevens, Hudson contra Palmer, 1984.

sábado, 17 de mayo de 2008

La vida privada de los árboles (Zambra, Alejandro)

El antiestudio del viernes, propio de un día de cumpleaños, llevo consigo una tarde de lectura de lo más cundidora y, gracias a ella, les hago llegar la reseña del día de hoy: “La vida privada de los árboles” ( 2007) de Alejandro Zambra.


Siendo cerca de las cinco de la tarde del día de ayer partí rumbo a la Biblioteca de Santiago a devolver (obviamente atrasados) unos cuantos libros y a pedir otros tantos. Del que les hablo el día de hoy vino de vuelta conmigo en ese paseo. Es un libro de veinte por trece coma dos centímetros, de un color grisáceo claro, con una foto en la portada y letras, unidas y consistentes en palabras, en la contratapa (súmenle a ellas un código de barras con los siguientes número: nueve, siete, ocho, ocho, cuatro, tres, tres, nueve, siete, uno, cinco, cuatro y ocho). En definitiva, podemos decir que es un libro editado por Anagrama en su serie de Narrativas Hispánicas.


Alejandro Zambra es chileno y tiene una edad en la cual, por convención social, aún se suele considerar joven a la gente (nació el setenta y cinco). Según leo en el mismo libro, “La vida privada…” es su segunda novela y su primera novela, llamada “Bonsái”, es muy corta y la crítica la recibió con bastantes halagos.


Entrando al libro mismo, es decir, al contenido de él, se puede decir que en ciento diecisiete páginas se nos narra una espera: la espera de Julián por Verónica. La espera de un escritor por la pintora con quien vive y de quien se encuentra enamorado. Esta espera tiene como adorno la existencia de Daniela, la hija de Verónica, que no se queda dormida nunca. Para lograrlo Julián le contará historias, historias sobre la vida privada de los árboles las cuales comienzan con una conversación entre un álamo y un baobab.


“La vida privada de los árboles” es una historia urbana chilena. Tiene algo de snob, de alternativo. Recuerda a aquellos i pod´s de primera generación, esos de pantalla monocromática, bastante gruesos y pesados, muy blancos que realmente salieron hace muy poco pero ya se encuentran olvidados. Suena a “Play”, aquella película también chilena, de Alicia Scherson en la cual una joven nana recorre Santiago con su aparatito blanco hijo de Steve Jobs entregándole música, un soundtrack, a su búsqueda del dueño de un maletín perdido.


Zambra, sin lugar a dudas, escribe bien, logra construir una historia que engancha (se lee de una tirada) y dice cosas bastante inteligentes. Juega con los tiempos y es sutilmente irónico con lo pasado, presente y futuro. Pasemos un par de horas aguardando la llegada de Verónica junto a Julián. Quizás nosotros también podamos contarle una historia a Daniela o, a lo menos, disfrutar una que nos cuente ella.

viernes, 16 de mayo de 2008

Expiación (McEwan, Ian)

El atraso de la reseña de hoy se debe más al acaso que a mi falta de lectura. El computador de mi pieza amaneció sin mouse tras la celebración de mi cumpleaños el sábado pasado, razón por la cual no había podido ponerme al día en esto y, tras una semana de tiempo perdido, hoy retomamos la labor.

En este glorioso viernes dieciséis de mayo, el objeto de devoción de este espacio será “Expiación” (Atonement) de Ian McEwan. De este libro y del autor se ha hablado bastante y, de hecho, hace poco tiempo apareció la película basada en esta novela (la cual vi a medias y no logró convencerme del todo). Una vez más la edición leída se la agradecemos a Anagrama y su Panorama de Narrativas, la cual nos entrega cuatrocientas treinta y cinco páginas de letra grande y espaciado cómodo a la lectura.

Entrando en tierra derecha puedo decir que este es el segundo libro que leo del bueno de McEwan (el primero fue “En las Nubes”, un libro de cuentos para niños –y no tanto- del cual recomiendo fervorosamente la lectura de uno llamado “El Gato”) y sólo puedo decir que este británico de anteojos que se encuentra al borde de los 60 sabe escribir realmente bien.

Si de buenas a primeras alguien les dijera que doscientas veintidós páginas de una novela van a relatar una y otra vez un mismo par de horas de un día en una acaudalada casa británica del período entre guerras quizá no les parecería lo más atractivo. Pero sin lugar a dudas la escritura de McEwan, su capacidad de llevarnos como observadores directos y su exquisitez para describir las situaciones físicas y sicológicas desde los más diversos puntos de vista hacen de la primera parte de la novela (consta de tres) una construcción magnifica. De las otras dos puedo decir que la historia se va desarrollando tan sutil y naturalmente que, tal como leí hace poco en la contratapa de una edición de “Rojo y Negro” de Stendhal, la historia no es leída, es vivída y tal como la vida, no deja de sorprender.

Si desean una síntesis de la novela, les aconsejo que miren la contratapa de ella en cualquier librería. Por mi parte me contento con decirles que hay una familia acaudalada, un hijo de la criada al cual se le paga la educación, una relación rara entre éste y una hija de la familia y unas visitas al hogar –primos y amigo de un hermano- que traerán a la vida de la familia Tallis uno que otro sobresalto.

Para ir cerrando, sólo un par de cosas. La primera es que no me gusta mucho coincidir con los extractos de citas que ponen los editores en la contratapa de los libros con fines publicitarios, pero aquí claramente pienso muy similar a una de ellas: “McEwan es un clásico, pero absolutamente original”. Lo segundo y final, lean este libro y también lean “Flaubert´s Parrot” de Julian Barnes. Son dos clásicos vivitos y coleando y de seguro los harán entrar de lleno a la literatura británica actual.

viernes, 2 de mayo de 2008

Océano Mar (Baricco, Alessandro)

Salió demorosa la reseña del día de hoy, pero más vale tarde que nunca. Caballo nuevo repite nos enseña el dicho popular así que hoy tenemos nuevamente en este espacio al bueno de Alessandro Baricco (Turín, 1958) en esta ocasión con “Océano Mar” (1993) La reseña anterior que tuvimos del italiano fue de su última novela “Esta Historia” y debemos decir resultó bastante halagüeña.

“Océano Mar” es la segunda novela de Baricco después de su debut con “Tierras de Cristal” (1991) y la tercera que le leo (“Seda” y “Esta Historia” han sido las otras) La edición leída nuevamente nos la entrega Anagrama, pero esta vez no con el lomo amarillo pálido de su Panorama sino con uno verde agua de su serie Compactos. La novela cuenta con doscientas treinta y cinco páginas y está dividida en tres libros. La traducción del italiano al castellano corre en esta ocasión por cuenta de Xavier González Rovira y Carlos Gumpert.

Entrando al contenido, Océano Mar, como su nombre ya lo indica, es una novela que tiene como eje central la figura del mar. En él se entrecruzan las más extrañas historias (una de las gracias que le he encontrado a los tres libros de Baricco es su imaginación a toda prueba) gracias a dos hechos-sucesos-situaciones: un naufragio de ribetes épicos y la concurrencia en una posada en la playa de extraños y mágicos personajes. Entre los personajes destacan, no por su preponderancia, sino debido a que particularmente me parecieron historias muy atractivas, el pintor Plasson y el científico Bartleboom. Cada uno con sus sueños y locuras que dan una profundidad enorme al mar. Sin lugar a dudas, podría hacer una síntesis de cada uno de los personajes, historias y otras cosas para llamarles más la atención sobre el libro, pero realmente no sería cosa fácil puesto que los cruces, tiempos y personajes no son menores. Baste con decirles que se arma una historia bastante atractiva que tiene por ahí un curita, una mujer infiel y unos niñitos bien especiales entre otros.

Haciendo un análisis algo más crítico y obviamente cayendo en las inevitables comparaciones, creo que de las novelas leídas de Baricco esta es la que menos me gustó (consideremos a su favor que las otras dos me gustaron bastante) Más allá de las historias y personajes, que vienen a ser geniales obras de la imaginación, me parece que la novela en sí es algo irregular puesto que si bien logra momentos de gran ritmo como en casi todo el primer libro “Posada Almayer” y ya en el último libro la sección dedicada a Bartleboom (que me recordó de manera notable dos grandes obras: “Un tal Lucas” de Cortázar y “Cándido” con su filósofo Pangloss) cae en partes más lentas y de menor intensidad en largos pasajes. La gran importancia que da Baricco a la forma narrativa y a los juegos de palabras en cierto sentido agobian en algunos pasajes y también quitan ritmo a la obra poniendo lo accidental sobre lo sustancial. De todas maneras a su favor se puede decir que habiendo leído su última novela ese juego tan interesante cada día lo domina mejor.

Para cerrar, aunque por lo dicho pareciera que “Océano Mar” no fuera una lectura muy recomendable, claramente sí lo es. De hecho bastaría la presencia de un personaje como los ya señalados para que sí lo fuese. Con ellos la lectura se tornará agradable, divertida y en algunos pasajes profunda, como solo lo puede lograr un buen libro.

P.S: A modo de comentario para quienes hayan leído “Océano Mar” y “Esta Historia”: llama la atención la presencia de “espacios” en los cuales las actitudes humanas no tienen explicación alguna: allá la guerra, aquí el mar. Ahí tenemos un lindo tema de conversación.

¡Saludos!

domingo, 20 de abril de 2008

La Presa (Oé, Kensaburo)

Hoy domingo 20 de abril le damos espacio en esta página a un Premio Nobel: Kensaburo Oé (1935) La novela es “La Presa” (1959) De Oé podemos decir que es japonés, que estudió literatura francesa y que ganó el Nobel en 1994. Además, que para su obra literaria ha sido muy importante el hecho de que su hijo haya nacido con una discapacidad que lo condeno al autismo, tema que según me dice Wikipedia trata en “Una cuestión personal” (1964)

Del libro en cuestión les puedo decir que nuevamente la Biblioteca de Santiago lo hizo llegar a mis manos y que, para variar, es parte del Panorama de Narrativas de Anagrama. Diez páginas de prólogo y poco más de cien de novela nos entrega el lomo amarillo pálido de la editorial española. La letra muy amigable y el precio, supongo que caro.

Respecto al prólogo de Justo Navarro (esto no es nada personal con él puesto que obviamente por ignorancia no sé quien es) debo decir que me lo salté. Por regla general no me gustan los prólogos que hablan mucho de la trama del libro pues siento condicionan al lector a fijarse en esos detalles mencionados y, por su parte, dejar de percibir otros. Prefiero una lectura más libre. Quizá ahora que terminé el libro me lo lea (quizá no.)

Como se habrán dado cuenta “La Presa” es un libro corto. En él, para que sepan, se trata de la historia de un avión enemigo que en plena guerra que cae en una aldea japonesa –la aldea anónima y rural por antonomasia-. Del accidente sólo sobrevive un enemigo: un negro. Esta situación que revoluciona la aldea es vista mediante los ojos de un niño, quizá muy parecidos a los ojos de un occidental en esa aldea. Este libro es una novela de guerra, pero no de esos en que hay estrategias, cañones y balas, sino de la verdadera y oculta guerra, esa que se da donde las balas y la información oficial realmente no llegan.

Hace un par de reseñas les dije que del libro “Estupor y Temblores” podíamos aprender algo de Japón. Creo que de “La Presa”, de una manera mucho más implícita, podemos aprender el triple, y no sólo de la tierra del Sol Naciente; aquí hay un tratado sobre la humanidad en muy pocas páginas y se nota que fue escrito por un maestro.

Como alguna vez se dijo en Maravillozoo con el gran Javier Miranda: tres Jumbitos para La Presa y también para Oé. ¡Salud!

domingo, 13 de abril de 2008

El extraño caso del Doctor Jekyill y Mr. Hyde (Stevenson, Robert Louis)

En esta jornada doble dominical ahora le toca el turno a un clásico: “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Robert Louis Stevenson. Quizá les parezca raro que comente un libro bastante viejo tomando en cuenta los libros comentados hasta ahora, pero éste llegó aquí principalmente por dos razones. La primera es que mi amigo Tomás Kubik (que por lo demás si hacen click sobre él se van a un gran blog de citas de libros) siempre me insiste en leer a los clásicos y, la segunda, es que leyendo el “Curso de literatura europea” de Nabokov (el autor de Lolita) aparecía junto “Madame Bovary” de Flaubert, “Por el camino de Swann” de Proust, “La Metamorfosis” de Kafka y el “Ulises” de Joyce, entre otros, como objeto de detallado estudio por parte del ruso en sus clases en Cornell. Así que para que la lectura del “Curso...” sea de alguna mayor utilidad decidí partir con “El extraño caso...” que estaba en algún lugar de mi casa.

Más o menos a los doce años leí “La Isla del Tesoro” y poco más tarde “El club de los suicidas” y debo admitir que R. L. Stevenson me gustó de inmediato. De hecho uno de los recuerdos mayores de esa época fue ver en innumerables ocasiones la película de “La Isla del Tesoro” junto a mis hermanos. Voy a tratar de pillarla por ahí.

La edición leída –lamentablemente en castellano; ¡ya va a llegar el momento en que pueda leer con fluidez en inglés!- es la clásica Andrés Bello de su Biblioteca de Literatura Universal. Esas ediciones sencillas que abundan en San Diego y que en su parte final traen unas cuantas preguntas para los niños que los leen en el colegio. La novela en sí esta escrita en ciento catorce páginas, el papel no es ni blanco ni suave y la letra cuesta, pero se logra leer. Lamentablemente el precio no es tan bajo como debiese serlo: cuatro mil setenta pesos si lo compramos vía Internet en Antártica.

Cuesta mucho escribir sobre un libro clásico y no reiterar las cosas que se han dicho. Por eso, e inaugurando un nuevo estilo en lo que se refiere al blog, en los libros clásicos (tomando por clásicos aquellos libros a que todos nos suena el nombre que sea o a lo menos vimos la película) en vez de hacer una reseña voy a tocar puntos que me llamaron la atención y así, ojalá, dar pie a algún tipo de diálogo con la venerable audiencia. Tomando en cuenta que por más que quisiera hablar de la dualidad del hombre y su actuar-sentir no lo podría hacer de la mejor manera, quisiera detenerme en una cosa más sencilla inspirado en las aventuras de Derecho y Literatura de mi amigo Claudio Castañeda: la figura del abogado Utterson.

Gabriel Juan Utterson es abogado, notario y miembro destacado de lo más granado de la sociedad londinense. Caballero como nadie –en un ambiente donde la caballerosidad, a lo menos en los modales, es una forma de vivir- es un personaje muy respetado por sus pares y cuenta con un sentido de la justicia y del honor a toda prueba. Además tiene un sentido de la amistad muy profundo. Pero más importante que todo lo antes dicho es que mediante Utterson, un abogado, se va desenmascarando a Jekyll, un doctor, se va haciendo patente Hyde, la maldad en su estado más puro. Un abogado correctísimo es quien nos deleita durante más de cien páginas desmenuzando y adentrándose en un caso tan complejo como fantástico.

Robert Louis Stevenson estudió Derecho e incluso ejerció la abogacía durante un poco de tiempo hasta que producto de una tuberculosis su padre decidiera entregarle una pensión para que viva con tranquilidad. A partir de ese momento se dedicó por completo a la literatura.

¿Cuánto habrá influido la formación jurídica de Stevenson en la figura sobresaliente de Utterson que incluso muestra además de las más profundas virtudes intelectuales la valentía y fuerza para romper la puerta donde se esconde Hyde? ¿Habrá sido análogo el sentir de Stevenson a Utterson al que tenía la sociedad inglesa en su tiempo a la figura del abogado en general o estamos, sin lugar a dudas, frente a un personaje doblemente excepcional?

Obviamente para quien no haya leído el libro lo recomiendo a ojos cerrados. ¡Salud y espero sus comentarios!

Estupor y Temblores (Nothomb, Amélie)

El turno de esta jornada -que se viene tan doble como aquellos partidos de los que habla mi papá de la década de los sesentas en que venían el Santos de Brasil, la selección de Checoslovaquia y no sé quién más y jugaban en un Estadio Nacional lleno de familias- comienza con “Estupor y temblores” de Amélie Nothomb (Kobe, 1967).

Respecto a la autora podemos decir que nació en Japón, pero ella es belga y escribe en francés –y escribe bastante-. Respecto a la obra, que esta basada en su propia vida; en su trabajo en una gran empresa japonesa.

La versión leída es editada por Anagrama en su Panorama de Narrativas y nos entrega en su portada a la misma Nothomb (puede que no sea ella, pero en verdad se parece mucho) con varios temblores y un no tan claro estupor. La imagen es una fotografía, supongo que muy photoshopeada o algo así, hecha por Richard Dumas. Como nos tiene bien acostumbrados el Panorama de Narrativas tenemos hojas gruesas, letras grandes y muy buen nivel literario.

“Estupor y temblores” cuenta la experiencia de una joven occidental de veintidós años que llega a trabajar a una gran empresa japonesa –de esas con edificios propios y redes mundiales, muchos jefes y pasadas de largo- y tiene que tratar de sobrevivir en ella. Las cosas no le saldrán bien e irá en un imparable y descabellado descenso. Hasta aquí no les he dicho nada que no puedan leer en la contratapa. Lo que la contratapa no les va a decir es que esta es una historia liviana. Eso, que suena muy mal para algunos, en este caso es un verdadero halago. En “Estupor...” claramente se busca mostrar cosas fundamentales, tales como el sentido del honor y de la jerarquía en Japón. Pero ahí no está la gracia. Su sentido es que se cuenta de una manera liviana y directa una historia y eso, pese a que cuesta digerirlo para alguien a quien le encantan las cosas más enredadas y a veces el lenguaje más técnico, es algo digno de alabanza. La risa que producen muchas situaciones del libro no son dadas por la solución a un complejo juego de palabras o la gran genialidad de un personaje irónico y mordaz que goza con el sonido del laúd; la cosa es más sencilla: la misma vida es la que da risa y a veces también emociona. Algo así como el slogan de TNT: “pasa en las películas, pasa en la vida real” es lo que nos quisiera decir Nothomb.

Cerrando, “Estupor...” nos entrega grandes cosas. Podemos aprender algo del Japón del stress. Nos dejará una moraleja y sabremos que la gente no es tan mala como parece. También podemos decir que logrará mostrarnos cómo escribir algo directo, preciso y de calidad. Pero finalmente, y creo que esa fue la intención de la autora, lo que más entrega es diversión, hacer pasar un buen rato y eso, lo logra con creces.

martes, 8 de abril de 2008

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce + Diario de bar (Bolaño, Roberto y Porta A. G.)

Aprovechando un break de estudio de gran inspiración puedo mantener la actualización de este espacio en dos libros por semana contra el pronóstico inicial de sólo uno. La joya de hoy, y digo joya porque se merece el calificativo, nos la entregan cuatro manos, o sea veinte dedos, o lo que es lo mismo, dos autores: Antoni García Porta y Roberto Bolaño y su título es “Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce”. Esta viene a ser la primera novela publicada de Bolaño (1984) y por lo que poco que se (si alguien tiene más datos se los agradecería) también debe ser de las primeras del catalán que también ha publicado “Braudel por Braudel” (1999) y tiene por última novela a “Concierto del no mundo” (2005). El libro en cuestión también tiene al final un pequeño relato, también escrito a cuatro manos por ellos, llamado “Diario de Bar”.

En lo accidental, el libro fue pedido en la Biblioteca de Santiago, después de la portada –que muestra a Joyce, Bolaño, Porta y al mismísimo Jim- vienen dos hojas negras de un papel similar a la cartulina española pero más delgada y con un relieve de líneas paralelas con una separación mínima entre ellas; una especie de cartón corrugado en versión ABC1. Tras esta exquisitez editorial que alguna razón de ser debe tener, encontramos seis páginas entre título, índice, datos de publicación y una cita de “The End” para pasar a ocho de un prólogo y luego a ciento cincuenta y seis de “Consejos…” para terminar –recuerden sumar seis más ocho más ciento cincuenta y seis- hasta contar ciento ochenta y uno sellando “Diario de un Bar”. La letra es más pequeña de lo deseada pero aún así decente. Respecto al precio son casi quince mil pesos y la editorial es Acantilado.

Bueno, partamos por lo obvio. ¿Qué es y cómo se hace una escritura a cuatro manos? Sabiendo que sería una inquietud de la mayoría de nosotros A. G. Porta la responde en el prólogo y yo –que tampoco sabía mucho que digamos del tema- me contento con decirles algo en palabras de él: “Ocurre que, una vez terminada la obra, el modo en como se haya llevado a cabo el proceso de escritura pierde todo su interés para los autores”. Obviamente después de decir esto igualmente explica cómo se realiza la escritura a cuatro manos, pero eso se los dejo a ustedes.

Entrando a “Consejos…” debo decirles desde que comienza con “invariablemente” hasta la última palabra de la novela que es “todo” hay una experiencia, literalmente, de película. Pongan play y será difícil hacer parar esta policial española. Aquí no hay espacio para Hollywood. Hay un catalán y una sudamericana. Se enamoran. Él era un buen tipo, ella al parecer nunca lo fue. Asaltos, robos, muertes y sexo. El es escritor y es personaje. Se rinde ante Joyce -también lo poseerá-. Gozará con Morrison. Aparecerán las madres, aquellas que nunca faltan y, cómo no, habrá maricones, drogas y bastante acción. Todo esto con un sentido –un trasfondo- inusual para un policial. Un verdadero material para hacer un clásico del cine en ciento cincuenta y seis milímetros.

Respecto a “Diario de un Bar”. Es mucho lo que se pueden decir de estas diez páginas. Para ahorrármelo dense el gusto de sacarlo de la estantería de la librería y leerlo ahí mismo. Unos minutos de su vida logran que escriba menos y, además muy probablemente, que termines con el libro comprado por lo que no se alcanzo a leer: “Consejos…”.

Para cerrar, un par de cosas. La primera es que buscaré luego un libro de Porta. La segunda, lean “Los detectives salvajes” de Bolaño. Ahora les agrego una tercera; nuevamente que hable Porta: "Escribimos a cuatro manos y todavía dos días antes de su muerte no sabíamos muy bien quién de los dos era el discípulo de Morrison y cuál el fanático de Joyce". ¡Salud!

domingo, 6 de abril de 2008

Ecos Urbanos (Antología de Cuentos Chilenos)

Hoy le toca su turno a “Ecos Urbanos”, una antología de cuentos chilenos que en la contratapa nos plantean “voces jóvenes en busca de la identidad, las raíces y el amor.” Así, nueve autores –Alejandra Costamagna, Nona Fernández, Sergio Gómez, Andrea Jeftanovic, Marcelo Leonart, Luís López-Aliaga, Flavio Radrigán y Alfredo Sepúlveda- y nueve cuentos –Por eso me reía, Manú, Invictos, Crónica Urbana, Cartier a medianoche, El pelito Ortague, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos y Ejército Republicano Irlandés- respectivamente son planteados por Alfaguara Juvenil en su Serie Roja. En lo práctico el libro nos entrega una portada-fotografía en blanco y negro de una toma del interior de un vagón del Metro de Santiago (esos vagones más ochenteros que el Transantiago recicló y nuevamente tenemos entre nosotros) , en su interior una letra más que agradable a la vista y, lo olvidaba, un prólogo de Marco Antonio de la Parra. Todo por casi seis mil pesos en su librería favorita.

Partamos por la sinceridad. Me idea no era escribir sobre este libro, pero el martes cuando me di cuenta de que con el estudio me iba a ser imposible terminar 2666 para el domingo (sí, lo siento, aún no lo termino y además les cuento que para más remate empecé Expiación de Ian McEwan así que no sé para cuando tendré esas reseñas) decidí ser infiel como tantas veces y tomar algo a mano que fuera interesante para los pocos lectores de este espacio y bueno, privilegiamos este libro en razón de (i) estaba en mi casa, propiedad de mi hermana y (ii) algo habrá que leer de la narrativa chilena –obviemos el discurso del apoyo al artista chileno por patético-.

Ahora, vamos al libro. El prólogo debe ser de lo mejor que hay en su interior. Marco Antonio de la Parra nos habla de leer y escribir cuentos y lo hace de gran forma. Si no tienes las lucas para comprarlo o sencillamente no te interesa el libro pero tienes cinco minutos en el mall o en tu librería favorita ojéalo, son cuatro páginas de muy buen nivel. Entremos en los cuentos. Las temáticas jóvenes aquí son un par de historias de liceo, cárcel y algo de negocios turbios, obviamente un poco de romance, algo que evoca al 73 y otras cosas, algunas más originales como la que nos cuenta tangencialmente algo del IRA -disculpen pero no les voy a nombrar todo-. En sí, el libro es bastante irregular y contiene cuentos de buena factura y divertidos y otros que distan mucho en calidad y que ni siquiera logran despertar alguna emoción, siquiera una sonrisa. Esta opinión dura debe estar claramente equivocada porque en la parte final donde aparecen referencias de cada autor, la mayoría de estos han sido premiados así que algo no anda bien aquí: o estos no son sus mejores cuentos o yo estoy completamente equivocado en mi apreciación.

De todas maneras, para no quedarnos sólo con lo malo quisiera destacar “Por eso me reía” de Costamagna, “Invictos” de Gómez y “El pelito Ortague” de López-Aliaga. Las dos últimas muy divertidas y la primera con un tratamiento inteligente de un crimen y su pena –pena en todos sus sentidos- escrito en mal chileno. Estos cuentos, sin caer en muchos clichés y con historias sencillas logran divertir y hacer de esta antología algo más que una selección irregular.

domingo, 30 de marzo de 2008

Esperanto (Fresán, Rodrigo)

Si bien esperaba actualizar semanalmente esta página, el fin de semana fue fructífero en cuanto a lectura y hoy les puedo comentar “Esperanto” de Rodrigo Fresán. Como espero sea costumbre, partamos por los datos duros. Fresán nació en Buenos Aires el 63 y partió con un par de libros de cuentos –que por lo que leo en su mismo libro, y no habría por qué no creerlo- alcanzaron un éxito inmediato. “Esperanto” es su primera novela y ve la luz de la publicación por Tusquets Editores en enero del 97. Su última novela publicada es “Los Jardines de Kensington”.

La portada del libro en cuestión nos presenta un lomo negro, autor con mayúsculas y minúsculas, título sólo en estas últimas, la colección en cursiva y todas en blanco y alineación a la izquierda. Por su parte, ocupando gran parte de la misma, tenemos un dibujo de Xavier Vives, inspirado en una fotografía tomada por Phil Stern, adivinen de quien, del mítico James Dean obviamente jugando al misterio. Ya en el interior doscientas veinte páginas, muy buen espaciado, más que agradable tamaño de la fuente y ¿nueve? días en los cuales veremos desarrollarse la acción. Respecto al precio, según lo visto en Internet estaría alrededor de los quince mil pesos.

Después de estos datos rosa que los considero necesarios para quienes además de comprar buenos libros, les gustan que se vean bien –y se puedan leer bien-, vamos a la novela misma. A Federico Esperanto nadie lo comprende y cada semana de su vida, después de lo hecho, sabe muy bien que vendrá. Músico –sin música- y con treinta y cinco años nos dice que “la vida sigue, no continúa”. Pero algo nuevo sucede. Hay un sueño recurrente y algo cambia en él. Al parecer esta semana será distinta, él no lo intuye, lo sabe. Durante los días de ella se reconstruirá un pasado que simplemente ya no existía y seremos testigos de una vida en la cual están incluidas las de diversos personajes que se configuran para crear una historia tan triste como risible. La Montaña García –nada más lejano a quien escribe esta reseña- lo acompañará en gran parte de ella. Habrá llanto, confusión, drogas, amor de aquel que enloquece y claramente estará presente la muerte, aquella a veces manifiestamente buscada, otras veces, la que sólo acaece. Esta es una historia musical, tiene mucho del rock.

“Esperanto”, contra mi pronóstico cuasi-inicial de las páginas que continuaban a las primeras, resulta ser una gran novela. Parece ser una historia muy generacional, lo que todos querían decir en los noventas-escrito-a-la-manera-que-se-escribía-en-los-noventas, pero no es eso, mejor dicho, es bastante más que eso. Se aprecia una prosa joven y rápida, que a veces parece entregarnos una historia como tantas otras, pero se observa también un trabajo que le da la profundidad necesaria para pasar de ser sólo una historia bien contada -y conste que esto ya es complejo- a una novela sólida y atractiva. La constante búsqueda del escritor por decir cosas inteligentes, interesantes y llamativas, es en muchos pasajes del libro (y en otros podemos decir que no lo es, pero son los menos) claramente lograda. Finalmente sólo decir que Federico Esperanto logra ser un gran personaje en el cuerpo y alma de un pobre tipo. Al parecer para los pobres tipos también queda la esperanza nos dice Fresán.

viernes, 28 de marzo de 2008

Esta Historia (Baricco, Alessandro)

Por ser esta la entrada inaugural de la página, he aquí unas palabras introductorias. La idea es sencilla: escribir sobre libros, particularmente los libros que voy leyendo. Así se cumplen dos objetivos: parecer una persona interesante y culta que lee –a todas luces la más importante- y, en segundo lugar y muy por detrás en las preferencias, hacer de éste un lugar donde se pueda discutir de autores y sus obras. Espero sumar una entrada por semana.

Ya cerrada la introducción vamos por la primera reseña.

Siendo sinceros tenía toda la intención de comenzar este espacio con una reseña de “2666” de Roberto Bolaño pero alrededor de la página trescientos y tanta me di un break, y como el lector infiel que soy –somos-, comencé con “Esta Historia” de Alessandro Baricco y bueno, lo termine en un par de días mientras “2666” se llenaba de polvo.

Partamos por los datos técnicos. “Esta Historia” es la última novela escrita por Baricco (Turín, 1958) y vio la luz el 2005 en italiano con el título de “Questa storia”. La versión que leí en castellano la tradujo Xavier González Rovira y fue publicada por Anagrama en su Panorama de Narrativas. Cuenta con el clásico lomo amarillo de la Editorial, trescientas diecisiete páginas, un agradable tamaño de letra y siete capítulos, secciones, historias o como quieran llamarlas. Todo esto lo podemos encontrar por casi veinte mil pesos en alguna gran cadena de librerías o, como yo lo hice en esta ocasión, en la ya muy querida Biblioteca de Santiago con un préstamo a casa renovable por Internet o por el teléfono.

“Esta Historia” es la segunda novela que leo de Baricco -la anterior fue “Seda”- y, de buenas a primeras, me cuesta entender a una persona que no goce profundamente a este autor que escribe de manera intachable y sorprende cuando parece todo dicho. Nuestra historia tiene una familia italiana, un campo italiano, un Conde, automóviles, Primera Guerra Mundial, una joven aristócrata rusa venida a menos, algo de sexo y locura y mucho, mucho sentimiento. Libero Parri y Florence tienen un hijo: su nombre es Ultimo. De él trata esto. Su padre no quiere ser un campesino más y sueña que los automóviles cambiarán su vida. De ellos sólo se sabe por noticias lejanas. No dudará en transmitir su pasión a Ultimo. Un Conde entrará al hogar de los Parri en busca de bencina. A Ultimo le gustarán los automóviles pero su vida no se irá en ello. Buscará algo más grande: la construcción de una pista de carreras, de la pista de carreras. Obviamente también se enamorará. Así se construirán algunas de esas curvas de su pista, aquella que nos contará –entregará- su vida; la misma que a lo largo del libro se va construyendo desde diversos narradores, hechos y lugares; todos determinantes a la hora de la consecución de su sueño.

En síntesis creo que “Esta Historia” es una excelente novela y su mayor atractivo, además de lo novedosa y atractiva de la historia y su entorno, es la facilidad con que Baricco construye con diversos modos narrativos y desde diversas ópticas una gran historia: la historia de un sueño. El único "pero" del libro viene a ser que en algunos pasajes se siente una pretensión de decir grandes cosas -tocar los grandes temas y llegar a lo profundo- y la historia misma, lo dicho en ella, se queda a veces corta para una tarea así. De todas maneras logra emocionar, sorprende y sobre todo divierte.